miércoles, 20 de mayo de 2009

UNA TORMENTA ELECTRICA EN LA MAR

En el año 1967 mes de octubre, estoy embarcado en un barco de pesca, faenando desde los bancos de Santa Cruz de Agadir, hasta Cabo Falso Bogador. Estos eran las zonas que en aquellas fechas estábamos trabajando. Cuando terminamos los días de pesca, a los 22 días, navegamos para el Puerto de Cádiz.

La navegación era buena, con buen tiempo, el viento estaba en calma y mar llana, cuando nos estábamos acercando a las aproximaciones, de la zona de Cabo Cantín, el tiempo se fue transformando, serían las siete de la tarde y el día se volvió noche, dando comienzo a una fuerte tormenta de lluvia y viento. Todo esto era normal en la mar, pero lo peor vino después, a la media hora de navegación nos adentramos mas en la zona de la tormenta, transformándose en una tormenta eléctrica.

Los rayos caían sin cesar, buscando el barco, juntándose en la cruceta del palo de proa formando un rosario, con fuertes estallidos y desde ahí caían al mar acompañado de un estruendoso ruido. El miedo de que uno solo de los rayos, pudiese alcanzar el casco del barco, era sobrecogedor, estábamos navegando desde que entramos en la tormenta sin saber el rumbo que seguíamos. La Brújula se volvió loca por la atracción de los rayos, dando vuelta circular constantemente, tuvimos que fijar la rueda del timón al no saber que rumbo seguíamos, hasta que pudiésemos salir de la tormenta, los destellos de los rayos eran tan continuos y fuertes, que no se podía mirar para proa. El timonél de guardia escapaba del timón a cada momento, del miedo que tenia a los fuertes fogonazos, cegadores que constantemente se producían. El técnico de pesca y yo que tenia el mando del barco. Teníamos el mismo miedo, pero no podíamos demostrarlo, para darle seguridad a la tripulación.

Desde la cruceta del palo, estaba instalado la antena de la telefonía hasta el palo de popa, con cable grueso de cobre, esto podía ser él que los rayos allí se juntasen, temiendo que por la inducción del cable, pudiesen alcanzar la telefonía, esta la teníamos apagada y la sonda eléctrica también.


A las tres horas , salimos de la tormenta, una vez comprobado la situación, donde nos encontrábamos y comprobar que la Brújula corregía él rumbo con normalidad, seguimos la navegación para Cádiz. Todo lo que presenciamos y tenemos la suerte de poder vivir para contarlo, no hay palabras para expresarlo.

miércoles, 29 de abril de 2009

--EL PELIGRO DE LA NIEBLA EN LA MAR --



Desde el año 1965, estoy embarcado en un barco de pesca de arrastre, trabajando al trio. Este sistema de trabajo, consiste en tres barcos, dos arrastrando el aparejo lo que se dice en pareja y el tercero hace el viaje al puerto de base, que tenia la empresa, para llevar el pescado a tierra. Por aquellos tiempos el puerto de base, era el puerto de Cadiz.

Cuando vuelve de puerto el tercero, saldrá el siguiente, que estuvo metiendo toda la pesca, de los días que tardó el otro barco en llegar. El barco que salía para puerto, entre la ida y vuelta y dos dias de descanso en puerto, tardaba 8 dias en llegar a la zona que trabajábamos.

Los bancos de pesca por donde trabajamos, pertenecía a Marruecos, desde Cabo Guir hasta el Sahara. Habia una parte del Sahara en aquellos tiempos, protegido por el estado Español, por lo que podiamos trabajar con toda tranquilidad. Toda esta zona, era muy rica en merluza buen rape y marisco, y demas pescado variado.


Pero en los meses desde Junio hasta Septiembre, toda esta zona se cubría de niebla, siendo tan espesa, que a veces no se distinguían los marineros en cubierta. Ésto ocurría dia y noche, muchas veces era muy difícil distinguir al otro barco que trabajabamos en pareja con él. Para saber donde nos encontrábamos, nos situábamos con la sonda eléctrica, por el fondo que recorríamos. Uno de los peligros que mas imponía era cuando un barco mercante se metía en la zona de los bancos de pesca, al escuchar el sonido del pito de un buque mercante, en una zona de niebla , es angustioso, al no tener en aquellos tiempos los elementos necesarios para saber la dirección por donde venía, el miedo de que nos pudise abordar, era angustioso, toda la tripulación que era consciente del peligro en que en esos momentos estábamos. Estaban con la máxima atención, para distinguir la dirección de las pitadas. Al ser un barco Mercante, su bocina suena mas fuerte y grave, y con la niebla la dirección del sonido engaña, parece que se acerca por todas partes, es el momento de mas angustia, hasta comprobar que ya se va alejando de la zona en que nos encontramos. Son momentos angustiosos.


Esto para los marinos, es uno de los máximos peligros en la mar, hoy tienen el Radar y ordenadores, que pueden al momento distinguir toda clase de buque con él que se cruce. Sabiendo él Rumbo que lleva y la Demora en que se encuentra, y aunque no se pueda visualizar, tienen la tranquilidad de que pasan libres de todos los peligros, porque lo están viendo en la pantalla de los aparatos que llevan en el Puente de mando.