jueves, 19 de junio de 2008

Una arribada forzosa a Puerto

Navegando para el Puerto de Marín por causa del mal tiempo, en un barco de pesca de arrastre, al llegar a Puerto el barco queda amarrado en la boya de amarre que cada Empresa tenía asignado.

Estas boyas estaban por toda la dársena y cada barco tenía la suya, pues era la forma de amarrar a la flota, cuando lo hacía por descanso del personal o por causas del mal tiempo.

En el año 56, fecha a la cual me refiero, no había en Marín muelle de amarre para la flota pesquera. El muelle que existía en aquellos tiempos, era un pantalán de madera que estaba suspendido en unos puntones para hacer la descarga del pescado y una vez que se terminase había que dejar el muelle libre para los que llegasen detrás. Cuando se hacía la descarga para llevarlo desde el barco hasta la lonja a una distancia de 150 metros donde se subastaba, había unas mujeres que les llamaban las carretonas que hacian este trabajo, llevbando cajas de 80 kilos en la cabeza desde el costado del barco hasta la lonja.

Nosotros esta vez no teniendo nada que descargar, al llegar a puerto vamos directos a la boya donde quedamos amarrados en espera de que calme el mal tiempo. Cuando quedaba el barco amarrado , tenían por norma estar de guardia el marinero más joven, que quedaba aislado de tierra a unos 500 metros. Como íbamos cuatro de la misma edad, nos quedamos los cuatro hasta que terminamos los víveres que teníamos, la comida era toda pagada por nosotros , el dueño del barco no ponía mas que el pescado que cogíamos. Esta vez no habíamos pescado nada y no teníamos nada para comer. Teníamos un bote amarrado al costado para poder ir a tierra lo que nos servia de comunicación. El mal tiempo continuaba y las perspectivas no eran nada buenas, entre nosotros nos hacíamos muchas ilusiones pero yo veia que en el barco en el que estaba , poco podia mejorar. Los medios de trabajo que tenía eran los más rudimentarios, la maquinilla lo mas importante en un buque de pesca, era lo más sencilla, los carreteles los había que girar a mano, para meter todo el cable que se largase a la mar teníamos que irnos turnando por cada banda, había 4 hombres. Esta maniobra normalmente se hacía cada 5 horas. Si estábamos en un banco de pesca donde se largase 600 metros, cuando terminábamos quedábamos rendidos , las malletas que se usaba, eran alambradas forradas con albaca, se aprovechaban tanto que al ir palmeándolas, dando de mano hasta popa donde se cogía en seno, nos cortábamos con los picos del cable que debido al desgaste se iba soltando, los cortes que nos hacíamos en las manos se infectaban y al escoger el pescado, con la babilla que soltaba, hacia que fermentase en las manos produciendo un dolor inmenso. Para curar las manos, en el barco no tenían nada que nos pudiésemos echar. Para curarnos los marineros hombres ya mayores nos decían que nos orinásemos en las manos para que cicatrizasen.

Por aquellos tiempos la vida era muy dura, había que tener mucha capacidad de aguante, para poder salir adelante en un mundo con tanto atraso.

2 comentarios:

Jaume dijo...

amigo manueleres un auto didacta incluso en la narrativa y la literatura ademas heres un valiente explicando de donde venimos que no se diferenciaba mucho de la esclavitud.conque digniad esplicas la vida de un matinero pescador.muchas gracias RAFAEL por transmitirnos tu experincia.te deseo paseis con tu mujer un buen verano nos lo merecemos.salud jaime

rafael dijo...

Hola. Jaime, gracias por tú comentario, espero que sigas bien y que disfrutes de las vacaciones en compañia de tú mujer, un abrazo.
Rafael