Me quedaba el resto del año esperando la fecha para ir. En mi tierra cada vez que iba, cuando volvía, sentía que los pulmones se habían llenado de oxígeno, y me quedaba nuevo para aguantar otro año. Yo nací y me crié en un pueblo muy pequeño de casitas, en aquellos tiempos típicas de Galicia, con una población de 700 personas que nos conocíamos entre todos los vecinos.
Esta era la casa de mis padres, por los caminos de sus alrededores pasábamos los días jugando todos los niños de la vecindad sin miedo por parte de los padres a que nos pudiese pasar algo.
Cuando se habría la veda de la recojida de la almeja y el berberecho allá por los años 46 y 50 estarian trabajando entre hombres y mujeres más de 5000 personas, todos los pueblos de los alrededores vivian la mayoria de la gente de lo que daba la ria, asi que en el momento de la recogida todo lo que se divisaba de la ria eran personas, el eco que formaban de toda la charla que tenían, llegaba hasta nosotros enterándonos muchas veces de los comentarios que tenían. Por estos años tendría los 8 a 10 años y si no estaba en la escuela por que no tubiese, mientras nuestros padres se iban a la recojida de la almeja y al berberecho, nos quedábamos hasta que viniesen.
Recordando toda aquella infancia, pienso en la riqueza que había en esta ria y que hoy no tiene,las almejas autóctonas propias del lugar desaparecieron. En su puesto están las almejas que sembraron Japonesas, las cuales no se pueden comparar en nada a las que había.
Haciendo un repaso de memoria, pienso que antes cuando bajaba la marea y todo el fondo quedaba al descubierto, se veian las arenas blancas y ahora todo lo que se ve en vez de arenas son cebas con fango.
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